Cuenta una leyenda que hace mucho, mucho tiempo, un gran incendio asoló el bosque de las aves. Muchas de las aves que habitaban en sus profundidades, escaparon y volaron fuera de las feroces llamas, para salvar sus vidas. Pero otras, como los pequeños gorriones, no quisieron abandonar sus nidos con sus huevos y los pollos recién nacidos ese mismo año.
Mientras las hembras cuidaban y protegían a los pequeños, en lo más alto de los árboles, los machos se organizaron y formaron una bandada gris en el cielo. Con sus picos recogieron miles de gotas de agua de las nubes, para después dejarlas caer muy cerca del violento fuego y así evitar que este lograse alcanzar sus nidos.
Murieron muchos gorriones, simplemente no soportaron el calor de las llamas, pero gracias a su valentía, poco a poco, gota a gota, los pequeños pájaros lograron apagar el terrible incendio.

Y cuenta la leyenda que la madre naturaleza, conmovida por la tenacidad de estas pequeñas aves, decretó que, a partir de aquel momento, a todos los gorriones machos les nacería una mancha oscura en el pecho en honor a todos los caídos en aquel terrible incendio. Así que a partir de aquel día, esa mancha negra recuerda la valentía de miles de gorriones machos.
Iván Vega · Passer Domesticus (Pardal)
Gorriones grabados a primera hora de la mañana, junto a casa.