Buscando Cabras Salvajes en el Massís de Montserrat y la extinción del Bucardo en los Pirineos

BUSCANDO CABRAS SALVAJES EN MONTSERRAT

Dos días antes de que finalizara el 2019 Unai y yo nos propusimos el fotografiar cabras salvajes (Capra pyrenaica hispanica) en su medio natural.

La cabra salvaje habitó el Massís de Montserrat. Así que en 1995 reintrodujeron a 5 ejemplares (tres machos y dos hembras) que provenían del Massís dels Ports de Tortosa Beseit. En 1997 nacieron los primeros cabritos y durante los siguientes años fueron reintroduciendo hasta un total de 26 ejemplares. A partir de 1999 la especie ya adaptada, empezó a crecer de forma natural.

Actualmente la población rondará los 250 individuos, una cifra que se mantiene estable y en equilibrio natural con la capacidad del macizo y que los gestores del parc natural junto con els Agents Rurals regulan mediante la caza selectiva de individuos viejos y enfermos.

Hoy día no es muy difícil ver cabras en Montserrat, de hecho podríamos decir que es bastante fácil cruzarse con alguna o avistarla encaramada en alguna pared de conglomerado del macizo. Así que conociendo el macizo, hace años pasé muchas horas perdido en sus bosques, canales y paredes, nos adentramos en una de sus regiones más bonitas y salvajes, la regió d’Agulles, cargados con nuestro equipo fotográfico y con la ilusión de poder admirar a un gran macho con su cornamenta de más de 1 metro de longitud.

En el siguiente video explicamos nuestra pequeña aventura, admirar y descubrir nuestra fauna más cercana con ojos de niño.


Podríamos decir que en el último momento, conseguimos nuestro reto, fotografiar a cabras salvajes en su medio natural. Además pudimos contemplar a varios machos con su espectacular cornamenta, que en ningún momento escaparon a nuestra presencia lejana. Abajo tres instantáneas del momento.

Además pudimos observar a un pequeño pájaro que vive en macizos montañosos y altas cumbres y que se muestra muy confiado ante la presencia humana, el Acentor alpino (Prunella collaris) o Cercavores en Català.


El Bucardo, la subespecie de cabra salvaje que se extinguió del Pirineo

El último Bucardo (Capra pyrenaica pyrenaica) fué una hembra conocida con el nombre de Celia o como la llamaban en Torla, Laña. Murió aplastada por un árbol en la faja de Pelai, cerca de la pradera de Ordesa en el Parque Nacional de Ordesa y Monte Perdido, hace tan solo 20 años. El año en que cambiamos de milenio, se extinguió una subespecie endémica de los Pirineo y no pudimos evitarlo.

Notícia publicada el 17 de enero de 2000 en la edición impresa de el País: https://elpais.com/diario/2000/01/17/sociedad/948063608_850215.html

El Bucardo se diferenciaba de las otras subespecies principalmente por su pelo más largo y denso en invierno y la base más gruesa de los cuernos, tanto en machos como en hembras. La cornamenta del bucardo era, la más larga de entre las cuatro subespecies de cabra montés que han habitado la península ibérica.

Fotografia de un Bucardo de Bernard Clos

La história del final del Bucardo es una crónica de una muerte anunciada. En 1860 el Bucardo desaparece de la vertiente francesa del Pirineo debido a la intensa caza a la que se encuentra sometido. Se cree que en la vertiente española apenas se llega a los 50/70 individuos.

En 1913 se prohíbe su caza pero esto no sirve de mucho, hasta el punto de que en 1980 se estima que tan solo quedan unos 30 ejemplares en la zona de Ordesa. Con tan pocos individuos los problemas genéticos de consanguinidad sentencian prácticamente a la especie. En 1999 murió el último macho y ese mismo año capturaron al último ejemplar, Laña, con la intención extraer material genético para futuras investigaciones. El 6 de enero de 2000 desapareció el último bucardo aplastado por un abeto.

Aquél invierno empezó tarde y Laña, el último bucardo que había recibido su nombre de los habitantes de Torla, se desplazaba en por su zona de campo habitual en Ordesa, atravesando los barrancos a ambos lados de la Senda de los Cazadores, entre los 1.400 y más de 1.800 metros de altitud. Mostraba un satisfactorio estado de salud. El 6 de enero del año 2000 el biólogo Juan Seijas, al controlar la señal del emisor, se dio cuenta que pasaba algo. Se estaba haciendo de noche pero la única opción era subir por la senda y comprobarlo. Allí encontraron la última hembra de bucardo, muerta, aplastada por un gran abeto que le había caído encima. Fotografía del cadaver de Laña y texto de Santiago Viu 

Aquí puedes leer con más detalle la historia del final del bucardo: https://www.naturascape.es/la-historia-de-celia-valle-de-ordesa-ano-2000/

En 2003 se intentó sin éxito, clonar a Laña. La cría apenas sobrevivió unos minutos, pero este fue el primer nacimiento vivo en el mundo de una subespecie extinguida. El pasado año estrenaron un documental sobre la historia del Bucardo y el hito de su clonación https://www.heraldo.es/noticias/aragon/2019/06/07/llega-salvar-al-bucardo-el-documental-sobre-la-primera-desextincion-1319196.html


Hoy puedes ver a Laña en el centro de visitantes de Ordesa en Torla, la última prueba de que hubo un tiempo en que el Bucardo dominó los riscos y paredes de los Pirineos. Mirarla es duro…… nos muestra el fracaso, fracasamos al no conseguir proteger y preservar para las próximas generaciones su especie, pero, también nos muestra el camino. Fué tarde para ella y sus congéneres, pero aún estamos a tiempo de preservar a muchísimas especies del planeta que hoy se encuentran en la misma situación en la que se encontró el Bucardo hace 100 años, aprendamos de nuestros errores y protejamos el tesoro tan diverso con el que compartimos nuestro paso por la vida.

Celia o Laña disecada en el Museo del Bucardo del Centro de Interpretación del parque nacional de Ordesa y Monte Perdido en Torla.

La Belleza oculta de la Urraca

La Urraca (Pica pica) de la familia de los córvidos, un ave odiada por mucha gente, increíblemente lista y que detrás de su apariencia simple monocromática, esconde un manto de plumas iridiscentes que según la manera en que los rayos de sol inciden sobre ella, nos descubre unos tonos verdes y azulados metalizados increíbles. El día que lo descubrí no volví a mirarla con los mismos ojos.